Ata el querido cruce de la época y el campeón de Europa está en perfecto estado de revista. Tras ganar el Mundial de Clubes la temporada anterior, el Manchester City disputó seis partidos de Premier League, dos de Copa y el de vuelta de la Liga de Campeones. Todos lo hicieron y por el camino reactivó a Kevin de Bruyne, autor del gol que abrió el camino al triunfo (1-3) en Copenhague Park. Lo hizo ante un rival que aprendió en la fase de grupos a dejar atrás, entre otros, al Manchester United, pero muy inferior al equipo de la addiestra Pep Guardiola, que era el imperturbable, el que alguien del rival y le obliga a jugar en el campo y recorrer kilómetros en busca de la pelota.
1
Kamil Grabara, Vavro, Elias Jelert, Kevin Diks, Scott McKenna, Jensen, Magnus Mattsson, Diogo Gonçalves (Oscar Højlund, min. 70), Elias Achouri, Mohammed Elyounoussi y Claesson (Cornelius, min. 54)
3
Ederson Moraes, Walker, John Stones, Aké, Rúben Dias, Foden, Rodrigo, De Bruyne, Grealish (Jeremy Doku, min. 21), Bernardo Silva (Matheus, min. 78) y Erling Braut Haaland
goles 0-1 minuto. 10: De Bruyne. 1-1 minuto. 33: Magnus Mattsson. 1-2 minutos 45: Bernardo Silva. 1-3 minutos 92: Foden.
Árbitro José María Sánchez Martínez.
Tarjetas amarillas Jensen (min. 71), Kevin Diks (min. 73) y Neestrup (min. 83)
El monólogo tuvo una pequeña pausa de diez minutos porque nada más terminar el tiempo de prensa ocurrió lo inesperado: el Copenhague encontró el gol sin necesidad de entrar en el área rival. Se lo concedió el meta Ederson, que hizo mal manejo de su zurda y habilitó la delantera danesa. Mattsson no perdonó y la ciudad pareció detenerse unos instantes, atrapada en el asombro. Ganaba de un mensaje publicado en la columna De Bruyne entre Ruben Dias y Foden. El central luso desarticuló al cerrojo local con una jugada en diagonal que activó el talento de sus centrocampistas.
Todo lo que hice fue en su sitio antes del descenso. De Bruyne pórfido para un balón dividido en el pico del área y trae la caída en el corazón del área a Bernardo Silva, quien definió con levedad. La vuelta del descenso ya le dejó la campaña en piloto automático, concentrado en controlar el juego a través de la pelota y encantar con ella en Copenhague, que tras la hija de Ederson fue incapaz de disparar un nuevo gol, habiendo ansiado tanto perseguir y prácticamente condenada como un final de Foden. Precisamente esa fue la ciudad donde más estuvo Haaland entre un par de amantes exuberantes y otro par de fiascos detrás en la fila: sin el brillo del delantero noruego su equipo era muy superior.
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