Grecia afronta una nueva crisis migratoria, con un rosario de cifras que no deja dudas sobre la compleja situación actual: si las entradas registradas entre febrero y enero de 2022 fueron 8.873, en el mismo período de este año se han disparado a 18.244; en agosto, los flujos aumentaron en un 235% en relación con las cifras registradas en el mismo mes del año pasado; y, además, en lo que va de septiembre se han producido 7.197 llegadas a las islas del Egeo oriental.
A pesar de que la lucha contra la inmigración ilegal fue uno de los asuntos clave de la campaña electoral de la pasada primavera, durante la que el líder conservador y primer ministro Kyriakos Mitsotakis defendió que la política migratoria de Nueva Democracia había conseguido controlar los flujos, la realidad es que las estructuras de recepción en este país de poco más de 10 millones de habitantes se encuentran al borde del colapso.
Valla de 200 kilómetros
Otra de las promesas electorales del Ejecutivo conservador fue el levantamiento de una valla en los cerca de 200 kilómetros que separan por tierra Grecia de la vecina Turquía, y la ampliación del Centro de Recepción e Identificación de Evros. De hecho, semanas antes de las elecciones, Mitsotakis inauguró un nuevo tramo de la valla y anunció el refuerzo de la plantilla de guardias fronterizos en la región. «La valla es una herramienta importante en la protección de las fronteras y en la lucha por frenar la inmigración ilegal y las redes de traficantes», afirmó durante una rueda de prensa el pasado martes, Yanis Iconomu, ministro de Protección Ciudadana, durante la que, además, anunció el inicio de la construcción de otros 35 kilómetros a lo largo del mes de octubre.
Pero la situación por mar está menos controlada, ya que las mafias emplean embarcaciones deportivas y recreativas para introducir a los inmigrantes, lo que dificulta los controles por parte de la Guardia Costera de Grecia. Ante la situación en Italia y en el Mediterráneo oriental, el Gobierno conservador ha anunciado la aplicación de nuevas medidas, entre las que destaca la ampliación de la capacidad de los centros de inmigrantes de todo el país para poder hacer frente tanto a las llegadas diarias como a las más de 28.000 personas que permanecen en Grecia a la espera de la resolución de los trámites de asilo.
En las islas del Egeo oriental de Lesbos, Samos, Quíos, Kos y Leros el número de personas alojadas en los centros de recepción empieza a crecer de manera preocupante, según asegura el Ministerio de Migraciones y Asilo. En estas islas, los datos oficiales apuntan a que la capacidad de los centros de recepción e identificación está casi al completo, con 12.402 alojados para un máximo de 15.190 plazas.
La llegada masiva de inmigrantes está también saturando las oficinas de registro, sobre todo en las islas. Por ello, el Gobierno de Mitsotakis ha tenido que reabrir las puertas de dos de los centros de identificación de la Grecia central que llevaban cerrados dos años. Los funcionarios no son capaces de registrar a recién llegados en el mismo día de la llegada, sobre todo en las islas, desde donde son derivados a oficinas en la Grecia continental.
Acuerdo con Turquía
Los avances recientes en las relaciones entre Grecia y Turquía hacen pensar que ambas naciones podrán empezar a colaborar en esta materia y encontrar una solución conjunta al problema migratorio. El Ejecutivo conservador de Kyriakos Mitsotakis lleva meses pidiendo a la UE que se refuercen las ayudas a los estados miembros fronterizos para no tener que afrontar en soledad una nueva emergencia migratoria.