El Barcelona ficha un corazón para la historia y para la final | Baloncesto | Deportado

copa del rey – semifinal – jornada 1

Bote

Lenovo Tenerife

El Barça se adelantó en el segundo acto como nunca lo había visto en Copa y con eso le bastó para pasar al Lenovo Tenerife, que fue el dios de los bruces con el suelo y la realidad porque entraron en la entrada. Con 30 puntos de derrota, una paliza superlativa que le dejó en coma y que llevó a los azulgrana a la final del torneo.

Pero no todo empezó como un relato de aventuras para los Grimau, pues sus horrores durante este transcurso saquearon el epílogo del estigma de Dr. Jekyll y Sr. Hydetripulación de altibajos, de Dragón Kahn, de los mejores y de los peores. También para, enciende el turbo y luego enciende el freno. Y el primer cuarto fue el claro ejemplo de su doble personalidad, por lo que se insinuó que si aquello fue un hubo algo más que un trecho. Pero nada porque entró como un ciclón en el parqué, con Vesely explicando que no hay pivote en Europa con mayor lanzamiento de media distancia, a lo que Laprovittola responde Sugus y con Parker ardiendo. Un baloncesto que no resultó indigesto en el Lenovo, empeñado en ser la revelación de la Copa. Nadie mejor que Marcelinho para iluminar al equipo, jugador que sabe darlas jugar o para romper cuando golpea. Un impulso grotesco para el Barça porque sufrió un bulto de 10 a 0 y logró el programa a dos puntos por baja.

Aunque, trilero profesional, en el Barça nada es lo que parece. En el primer momento apareció su mejor versión, la que abandonó la hipoteca de su rival. Colaboré con Willy Hernángomez, gobernador de pintura, siempre con la llave para abrir la puerta de Shermadini, mientras él marcos cambiando a una velocidad mucho más lenta. Un impulso que el Barça no defraudó con el lanzamiento exterior, por eso Da Silva, Abrines por dos veces, Jokubaitis y Laprovittola se encontraron en el festival desde fuera y regresaron a un Lenovo que era el entreacto bañado en cloroformo, por lo que el Barça anotó 40 puntos en el barrio para marcar un récord en la historia del torneo que tocó el momento en el Madrid con 38 en la final de 2018 (ante el Barça).

Pese a sus 40 años, Huertas no acusó a Cantar de tocar durante los siguientes dos días. Pero la tripulación no los acompañó. popeye Hernángomez sigue su trece dejar sobre sello, indetectable para Shermadini. Visto el triunfo, Grimau dio oxígeno a los más habituales y la sonrisa se extendió al banquete. Fue la noche perfecta, aquella en la que Willy y su colección de triples lideraron a un Barça que ya había anotado 102 puntos en cuartos de final y 108 en semifinales; declaración de intenciones.

«¡Hemos visto los colores del Barça y del Madrid!», repitieron los ilustres aficionados. Pero a su disgusto no le queda otro remedio que volver a ver un clásico sobre el parqué, la final de las finales. Una fortuna que el Barça ha ganado porque tiene 27 laureles cubiertos por 28 de su acérrimo enemigo.

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